Comentario
CAPITULO III
Que trata de la venida de los olmecas y xicalancas, y de
cómo vinieron los chichimecas, postreros pobladores de
Tlaxcala
Habiendo poblado México y toda su comarca y redondez de la laguna, al cabo de tanto tiempo vinieron los ulmecas, chalmecas y xicalancas, unos en seguimiento de otros. Como hallasen toda la tierra ocupada y poblada, determinaron de pasar adelante a sus aventuras y [se] encaminaron hacia la parte del volcán y faldas de la Sierra Nevada, donde se quedaron los chalmecas, que fueron los de la provincia de Chalco, porque quedaron en aquel lugar poblados. Los ulmecas y xicalancas pasaron adelante, atravesando los puertos y otros rodeándolos, hasta que vinieron a salir por Tochimilco, Atlixco, Calpan y Huexotzinco, hasta llegar a la provincia de Tlaxcala. Aunque antes de llegar a ella vinieron tomando el tiento, reconociendo la disposición de la tierra hasta que hicieron su asiento y fundaron donde está agora el pueblo de Santa María de la Natividad, y en Huapalcalco, junto a una ermita que llaman de Santa Cruz, que los naturales llaman Texoloc, y Mixco y Xiloxochitla, donde está la ermita de San Vicente y el cerro de Xochitecatl, y Tenayacac, donde están dos ermitas, a poco trecho una de otra, que se llaman de San Miguel y de San Francisco, que por medio de estas ermitas pasa el río que viene de la Sierra Nevada de Huexotzinco. Aquí, en este sitio, hicieron los ulmecas su principal asiento y poblaron, como el día de hoy nos lo manifiestan las ruinas de sus edificios, que, según las muestras, fueron grandes y fuertes. Y ansí, las fuerzas y barbacanas, albarradas, fosas y baluartes muestran indicios de haber sido la cosa más fuerte del mundo y ser obrada por mano de innumerables. Gran copia de gentes [fue] la que vino a poblar, porque donde tuvieron su principal asiento y fortaleza es un cerro o peñol, que tiene casi dos leguas de circuito. En torno de este peñol, por las entradas y subidas, antes de llegar a lo alto de él, tiene cinco albarradas y otras tantas cavas y fosas de más de veinte pasos de ancho, y la tierra sacada de esta fosa servía de bastión o muralla de un terrapleno muy fuerte, y la hondura de las dichas cavas debía de ser de gran profundidad, porque con estar, como están, arruinadas de tanto tiempo atrás, tienen más de una pica en alto; porque yo he entrado dentro de algunas de ellas a caballo y de industria las he medido, que un hombre a caballo y con una lanza aún no alcanza a lo alto en muchas partes, con haberse tornado a henchir de tierra con el tiempo y con las avenidas de aguas de más de trescientos y sesenta años a esta parte. Las cuales fosas y albarradas ciñen toda la redondez del cerro, que no debió de ser poca fuerza ni menos reparo en aquellos tiempos. En este dicho peñol hay muchos indios poblados hoy en día en partes, y va cavado por peña viva, y se aprovechaban de muchas cuevas en que vivían en este cerro. En este fuerte tan antiguo, tan inexpugnable, en las cumbres de él y en la sierra de Tlaxcala, que llaman Matlalcueye, y en lo alto y cumbre de Tepeticpac se retiraron y guarecieron las mujeres y niños cuando el capitán Hernando Cortés y sus compañeros vinieron a la conquista de esta tierra y entraron por esta provincia de Tlaxcala, hasta que se le dio su paz y seguridad.
Demás de esta población tan antigua, hubo otras en los llanos de San Felipe, que serán dos leguas adelante hacia la parte del poniente en cuanto a nuestro centro, en parte llana y escombrada. Ansí mismo, hubo otra de los propios ulmecas, xicalancas y zacatecas, cuyo caudillo fue uno que llamaban Coxanatecuhtli. Según parece, estos primeros pobladores vinieron en tres legiones de las Siete Cuevas, que unos y otros eran de un lenguaje y de una misma disposición y traza, los cuales tuvieron poblado más de cuatro leguas de tierra en diversos lugares de esta provincia, cuyos edificios son conocidos, aunque deshechos y arruinados. Estos se pueden tener por los primeros pobladores de esta provincia de Tlaxcala, que poblaron sin defensa ni resistencia alguna, poque hallaron estas tierras inhabitadas y despobladas.
Y estando en estas sus poblaciones quietos y seguros mucho tiempo, continuando en su quieta paz y sin imaginar cosa en contrario, llegaron los chichimecas sediciosos y crueles con la sedienta ambición, últimos pobladores y conquistadores de esta provincia de Tlaxcala, cuyo principio y origen... copiosamente, según y de la manera que han venido prosiguiendo hasta que se sujetaron estas tierras y habitadores, y hasta que las pusieron debajo de su dominio, bien y ansí de la manera que lo tratan sus crónicas y cantares cifrados; en suma, según su modo, olvidado ya, de la cuenta que tenían en los tiempos que estas cosas acaecieron y en qué edades, que hacen no pequeña falta para nuestra satisfacción, aunque no dejaremos de poner algunos números de su cuenta y edades que ellos seguían.
Habiendo, pues, de tratar de la venida de los chichimecas, que fueron los postreros y últimos habitadores de esta provincia de Tlaxcala, la cual fue muchedumbre de gentes, [diremos] que, ansí mismo, tienen noticia que puede haber trescientos años, poco más o menos, que vinieron con ejércitos formados a poblar y buscar tierras en que habitar, como las demás gentes que antes habían venido. Y ansí estas gentes vinieron de las Siete Cuevas en su demanda y busca de estotras gentes que se habían adelantado siguiéndoles el rastro que habían traído en su venida, maquinando por diversas partes del mundo, peregrinando por grandes desiertos, arcabucos y serranías, y grandes y muy ásperas montañas, como referido tengo, en demanda y busca de los culhuas y tepanecas y aculhuaques, chalmecas, ulmecas y xilancas, deudos y parientes suyos, todos de una descendencia, linaje y lengua y frasío, aunque en cada provincia tenían su diferente manera de hablar, [pero] tan solamente en su consonancia o sonsonete que le quisieron dar por diferenciarse en esto, mas en todo lo demás todo es una cosa, aunque es tenida la lengua mexicana por materna y la tezcucana por más cortesana y pulida; salidas de éstas, todas las demás lenguas son tenidas por groseras y toscas, y en esta forma se va entorpeciendo mientras más se van desviando las provincias de México. Presupuesto que toda sea una lengua y una cosa que se entienda, ésta es la que corre en esta Nueva España y la mayor parte del Nuevo Mundo, y por donde [se] quiera en estas partes [se] prefiere a las demás lenguas y [está] extendida por todas las naciones de ella. Y ansí, las otras lenguas son tenidas por bárbaras y extrañas y entre este barbarismo la hablan comúnmente y tienen intérpretes mexicanos que la dan a entender y se precian y estiman de saberla hablar. Es una lengua la más amplia y copiosa que se ha hallado; después de la dignidad, es suave y amorosa y en sí muy señoril y de gran presunción, compendiosa y fácil y dócil, que no se le halla fin ni cabo, e se pueden con facilidad componer versos en la propia lengua con mensura y consonancia.
Venidos, pues, en seguimiento, como atrás dejamos dicho, de sus deudos y parientes, de tierra en tierra y de provincia en provincia, hallaron la mayor parte de la tierra ocupada y poblada de sus propios deudos. Y con la noticia de cómo adelante estaban las mayores poblaciones, siempre fue su designio de pasar adelante, como lo hicieron. Y ansí, de lance en lance y de tierra en tierra, llegaron a la provincia de Xilotepec y de Hueypuchtlan, y a Tepotzofan y Quauhtinchan, donde pararon y estuvieron algún tiempo. Allí trataron de grandes y muchos partidos con los culhuas y tepanecas mexicanos, que tenían poblada la redondez de la laguna y toda su comarca y marisma.
Vista la multitud grande que allí se había llegado de gentes chichimecas y la estrechura que había de tierras, procuraron de proseguir su viaje hacia la provincia de Tetzcuco, donde era la cabeza y señorío de los aculhuaques tetzcucanos. Y como hubiesen llegado cerca de esta provincia, fueron muy bien recibidos de los señores de aquella tierra, sabiendo y entendiendo que eran todos unos y de una generación, deudos y parientes y venidos de una [misma] patria y tierra. Viendo que no tenían tierras en que poder poblar tantas gentes, los acomodaron y señalaron un sitio donde pudiesen asentar en el inter que hallaban donde poblar. Y ansí, poblaron junto a la laguna de entre Tetzcuco y Chimalhuacan, arrimados a la falda de la sierra y montaña de Tetzcuco, que los naturales llaman los llanos de Poyauhtlan (hoy en día pretenden acción y derecho de estas tierras los naturales de Tlaxcala, porque, en efecto, fueron suyas por merced y donación que los señores y rey de Tetzcuco les hicieron). Y ansí poblaron los chichimecas, que su principal asiento y poblazón fue donde es agora el pueblo de Cohuatlichan, cerca de la laguna mexicana sujeta de Tetzcuco.
Fue el año de su fundación Ome Tecpatl xihuitl, que llaman "año de dos pedernales". Siempre estuvieron en continua arma y vela, porque aunque los naturales de aquellas provincias les habían dado tierras e oviesen recibídolos de paz, hospedándolos y regalándolos con muchas mercedes y caricias, no se fiaban del todo de ellos, porque temían no les hiciesen alguna traición y cogiesen descuidados, como suele suceder en semejantes casos. Estando, como estuvieron, tanto tiempo poblados en estos llanos de Poyauhtlan, se sustentaban de cazas, como chichimecas, por ser, como eran, muy grandes arqueros y cazadores de arcos y flechas y aventajados con esta arma más que otras naciones. [Por]que chichimecas, propiamente, quiere decir "hombres salvajes", como atrás dejamos referido, aunque la derivación de este nombre procede de hombres que comían las carnes crudas y se bebían y chupaban las sangres de los animales que mataban, porque chichiliztli es tenido en la lengua mexicana por "ma mar" y chichinaliztli por "cosa que chupa" y chichihualli es 1a "teta" o la ubre. Por manera que como estas gentes mataban y se bebían la sangre, eran tenidas por una gente muy cruel y feroz, de nombre espantable y horrible, entre todas las naciones de estas partes. Y por esta derivación de "chupadores" que quiere decir en la lentua mexicana chichimeca techichinani; y ansí, los que proceden de estos chichimecas son tenidos y estimados en mucho. Y ansí mismo, llaman chichime a los perros, porque lamen la sangre de los animales y la chupan. Finalmente, que los que proceden de estos chichimecas por línea recta y derecha sucesión son muy estimados.
Ha quedado este nombre de chichimecas el día de hoy ya tan arraigado que todos aquellos que viven como salvajes y se sustentan de cazas y monterías y hacen crueles asaltos y matanzas en las gentes de paz, y aquellos que andan alzados con arcos y flechas como alarbes, son tenidos y llamados chichimecas. Especialmente en los tiempos de agora son los más crueles y espantosos que jamás lo fueron, porque en otros tiempos (ha menos de cuarenta años) no mataban sino cazas y animalías fieras y silvestres, y agora matan hombres, saltean caminos y hacen grandes estragos e inauditas crueldades en los españoles y en sus haciendas y estancias, que no se pueden averiguar con ellos. Por manera que el nombre de chichimeca, que solía ser la cosa más noble que entre los naturales había, ha venido a ser y a parar, que los que llaman el día de hoy chichimecas se han de entender por hombres salteadores y robadores de caminos. Todos aquellos que son indomésticos, que habitan las tierras remotas de la Florida y la demás tierra que está por ganar y por conquistar, todos tienen este nombre de chichimecas, y esto se entiende en la lengua mexicana culhua de la Nueva España. De estos chichimecas se podrían tratar de sus hechos y hazañas muy espantosas, cosas muy temerarias, y de muy gran encarecimiento de sus ánimos y acometimientos, que no se puede tratar en breve suma, porque han sido sus hechos temerarios tan grandes y tan espantosos que casi han tenido rendida la tierra con harta costa de los nuestros, y ansí no han podido ser sujetados. Poseen grandes tierras y muy ricas de metales de plata, que en algún tiempo será Dios servido se labren y descubran. [Hay, asimismo] otras tierras y gentes de otras naciones, porque hay gran noticia de ellas, que son las tierras de donde vinieron los mexicanos. Finalmente, con estos chichimecas se han señalado muchos capitanes famosos de nuestros españoles y muerto los más de ellos, continuando la milicia más cruel y bárbara que ha habido en el mundo, con arco y flechas y desnudos en carnes sin otro algún reparo ni defensa.